“Pink”, le decían de niña, por su ropa de ese color. Procedía
de una familia acomodada, hasta que su padre muere y pasa por serias dificultades.
Su madre se casó con un hombre de quien recibió maltratos. Su vida se volvió… ¡gris obscuro!
Elizabeth Jane Cochran (1864-1922), quien vivió
con pasión bajo el seudónimo de Nellie Bly. deseaba ser profesora,
al no poder pagar sus estudios, con
pesar, desiste.
Estas desdichas, no la atemorizaron, al contrario fueron experiencias que las aprovechó para despertar
su poder interior, para tomar decisiones que configuraron su propio destino, un destino pleno de la pasión de vivir.
Como ella, en cuantas ocasiones las mujeres se sienten acorraladas, pero
no se rinden, se arrojan hacia adelante y extienden su psique, su alma, su
pasión por la vida.
Probablemente tú, que estás leyendo este artículo, lo has vivido, has creído fervientemente en la singularidad de tu espíritu para salir adelante y…avanzar. Así lo hizo Nellie Bly.
A raíz de un artículo que publicó el periódico
Pittsburg Dispatch “¿Para qué sirven las mujeres?” En el cual se critica a las mujeres
que quisieran tener una educación o una carrera, afirmando que ellas deberían
centrarse en el trabajo de casa. Nellie Bly, envía una carta contestataria, en
la cual muestra su indignación por la actitud machista de la publicación. El
director, impresionado por la pasión de esta defensora de la mujer, le ofrece escribir en el rotativo. Ese fue el principio
de su carrera periodística. Su edad, 16 años.
De la pasión de esta pequeña gran mujer,
nos platica Jorge Galeano en su libro “Los hijos de los días”:
“En la mañana del 14 de noviembre de 1889, Nellie Bly emprendió su
viaje. Julio Verne no creía que pudiera dar la vuelta al mundo ella sola, en
menos de ochenta días. Pero Nellie abrazó, con pasión, al planeta en 72 días, mientras iba publicando, crónica tras crónica, lo que veía y
vivía.
Para escribir sobre México, se
mexicanizó. Tanto que el gobierno de México asustado, la expulsó.
Para escribir sobre las fábricas, trabajo de obrera. Para escribir sobre
las cárceles, se hizo arrestar por robo.
Para escribir sobre los
manicomios simuló locura y tan bien actuó, que los médicos la declararon loca
de remate; y así pudo denunciar los tratamientos psiquiátricos que padeció,
capaces de volver loca a cualquiera.
Cuando Nellie tenía 20 años, el periodismo, en Pittsburg y en el mundo,
era cosa de hombres. Pero la
pasión de Nellie lo hizo de las mujeres también.
Treinta años después publicó las últimas crónicas, esquivando balas en
la línea de fuego durante la primea guerra mundial.
Al respecto, ¿tú que opinas? ¿Las mujeres sólo sirven para trabajar en casa? ¿Por qué? ¿Qué vives con
verdadera pasión? ¡Comparte con nosotros!
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