¿Qué hacemos con las cerillas de nuestra vida? ¿Para qué las usamos?
Me pregunté al leer el cuento de “La Vendedora de Cerillas” De Hans Chistian Anderson.
Este trata de: Una niña huérfana, que para ganarse un pedazo de pan vende cerillas. En pleno invierno, vaga por las calles ofreciendo sus lucernas: - Por favor, ¿me compra cerillas? Pero nadie se detenía, ni le prestaba atención.
Se sentó a descansar y se dijo: “Tengo cerillas, puedo encender fuego y
calentarme”. Como no tenía leña, decidió encender las cerillas.
Al encender el primer fósforo, tuvo la sensación de que el frío y la
nieve desaparecían por completo.
En su lugar, la niña vio una preciosa estufa
de cerámica. Esta irradiaba tanto calor que el aire parecía ondularse. La niña
se acurrucó junto a la estufa y se sintió de maravilla.
De repente, la estufa se apagó y la niña se encontró temblando de frío, sentada en la nieve.
Entonces encendió la segunda cerilla y la luz se derramó sobre el edificio cercano
y pudo ver una elegante mesa con platos de guisado riquísimo y justo cuando
alargaba la mano hacia aquellos manjares, la visión se esfumo.
La niña se encontró de nuevo en la
nieve, ya no sentía rodillas y labios, pero le escocían brazos y tronco, por lo
que decidió encender la tercer cerilla.
A la luz de esta tercera, vio un
precioso árbol de Navidad, bellamente adornado
Entonces ella contempló como el tronco se hacía tan alto que se
convirtió en las estrellas del firmamento. La más fulgurante cruzó el cielo y ella recordó que su madre le
había dicho que, cuando una alma se
eleva al cielo, caía una estrella.
En eso, se le apareció su amable y cariñosa
abuela quien la rodeo con su delantal, la abrazó y la niña, ¡ se lleno de
alegría!
Pero en cuanto se apagaba el fósforo,
todo se esfumaba. Cerilla, tras cerilla
la niña encendía para no perder a su abuela, hasta que al final, la niña y
su abuela ascendieron juntas al cielo, donde no hacía frío, no se pasa hambre, ni se sufre dolor.
Y, a la mañana siguiente,
encontraron a la niña inmóvil, muerta entre las casas.
Me
entristeció tanto esta historia. Y a ti,¿ qué te pareció?¿Qué podríamos hacer
de estar en lugar de la niña?
¿Alguna vez
has sentido morirte de frío? O ¿has sentido la indiferencia ante lo que tú necesitas, ofreces o quieres?
Te podría
beneficiar escribir todo lo que te surja al respecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario