miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Acaso Eres Una Vendedora De Cerillas Con Tu Vida?

¿Qué hacemos con las cerillas de nuestra vida? ¿Para qué las usamos?

Me pregunté al leer el cuento de “La Vendedora de Cerillas”  De Hans Chistian Anderson. 

Este trata de:  Una niña huérfana, que para ganarse un pedazo de pan vende cerillas. En pleno invierno, vaga por las calles ofreciendo sus lucernas: - Por favor, ¿me compra cerillas? Pero nadie se detenía, ni le prestaba atención.

Se sentó a descansar y se dijo: “Tengo cerillas, puedo encender fuego y calentarme”. Como no tenía leña, decidió encender las cerillas.

Al encender el primer fósforo, tuvo la sensación de que el frío y la nieve desaparecían por completo.

En su lugar, la niña vio una preciosa estufa de cerámica. Esta irradiaba tanto calor que el aire parecía ondularse. La niña se acurrucó junto a la estufa y se sintió de maravilla.

De repente, la estufa se apagó y la niña se encontró temblando de frío, sentada en la nieve.

Entonces encendió la segunda cerilla y la luz se derramó sobre el edificio cercano y pudo ver una elegante mesa con platos de guisado riquísimo y justo cuando alargaba la mano hacia aquellos manjares, la visión se esfumo.

La niña se encontró de nuevo en la nieve, ya no sentía rodillas y labios, pero le escocían brazos y tronco, por lo que decidió encender la tercer cerilla.

A la luz de esta tercera, vio un precioso árbol de Navidad, bellamente adornado  Entonces ella contempló como el tronco se hacía tan alto que se convirtió en las estrellas del firmamento. La más fulgurante  cruzó el cielo y ella recordó que su madre le había dicho  que, cuando una alma se eleva al cielo, caía una estrella.

En eso, se le apareció su amable y cariñosa abuela quien la rodeo con su delantal, la abrazó y la niña, ¡ se lleno de alegría!

Pero en cuanto se apagaba el fósforo, todo se esfumaba. Cerilla, tras cerilla la niña encendía para no perder a su abuela, hasta que al final, la niña y su abuela ascendieron juntas al cielo, donde no hacía frío,  no se pasa hambre, ni se sufre dolor.

Y, a la mañana siguiente, encontraron a la niña inmóvil, muerta entre las casas.

Me entristeció tanto esta historia. Y a ti,¿ qué te pareció?¿Qué podríamos hacer de estar en lugar de la niña?

¿Alguna vez has sentido morirte de frío? O ¿has sentido la indiferencia ante  lo que tú necesitas, ofreces o quieres?

Te podría beneficiar escribir todo lo que te surja al respecto.


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