En
diferentes idiomas, con variación de rituales, la festividad, el sentimiento de
amor y el recuerdo del nacimiento del niño Dios nos une.
Los mensajes de amor están presentes. El amor a Dios es el primer mandamiento, enseguida, amarás a tu prójimo (próximo) como a ti mismo.
El
amor afirmativo, la tolerancia, el respeto al otro, surge de ese “como a ti
mismo”, del amor propio. Y como humanidad,
todos somos uno.
Desde esta reflexión quiero compartir con amor, el bello mensaje, de ser hijo de Dios, que Nelson Mandela pronunció el día que tomó la presidencia de Sudáfrica.
Desde esta reflexión quiero compartir con amor, el bello mensaje, de ser hijo de Dios, que Nelson Mandela pronunció el día que tomó la presidencia de Sudáfrica.
Nuestro temor más profundo no es que seamos
inadecuados. Nuestro temor más profundo es de ser infinitamente poderosos. Es
nuestra luz, no nuestra obscuridad la que más nos asusta. Nos preguntamos:”
¿Quién soy yo para ser brillante, hermoso, talentoso y magnífico?
En realidad…¿quién eres tú para para no
serlo? Tú eres un hijo de Dios. No le sirve al mundo el que te hagas pequeño.
No hay iluminación alguna en que te encojas de modo que los demás no se cohíban
en tu presencia.
Nacimos para volver manifiesta la gloria de
Dios que está en nosotros. No está en unos cuantos sino en todos, y conforme
permitimos que brille nuestra propia luz, damos permiso conscientemente a los
demás a que hagan lo propio. Según nos liberemos de nuestros propios temores,
nuestra presencia libera a los demás automáticamente.
¡FELIZ NAVIDAD!